Después de estudiar la muerte del aviador Benito Molas en 1928, Herrera diseñó una vestimenta que le permitiría alcanzar sano y salvo la fabulosa altura de 22.000 metros de altitud –por encima del récord de altura del momento– en un globo de barquilla abierta. El traje, listo en 1935, incluía micrófono, un sistema de respiración e incluso una visera capaz de evitar los rayos ultravioletas.
El viaje, previsto para el verano de 1936, iba a suponer el primer hito de la conquista espacial, anterior incluso a las famosas bombas volantes alemanas V-2 de Wernher von Braun, que posteriormente serían la base de los cohetes Saturno, responsables de poner el hombre en la luna.
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